Aunque en muchas ocasiones tendemos a demonizar determinadas conductas de las personas, muchas de ellas no son exclusivas de nuestra especie. Por ejemplo, la mentira o engaño no son comportamientos exclusamente encontrados en seres humanos. Incluso animales sociales, como los perros, han desarrollado mecanismos de engaño para confundir tanto a individuos de la misma como de otras especies. Por supuesto, teniendo en cuenta siempre que el bien del grupo es el bien del individuo, y viceversa. Descubre en este estudio cómo se ha profundizado y demostrado este tipo de comportamientos en perros.
Comportamientos de engaño en perros (Canis familiaris)
El engaño, es decir, el uso de señales comunicativas o intenciones falsas para lograr modificar el comportamiento del receptor del mensaje, sucede con cierta frecuencia incluso en sistemas de comunicación muy bien desarrollados. Por ejemplo, esta conducta puede llegar a ser ventajosa para que determinados individuos puedan «engañar» a otros en situaciones competitivas.
Los autores de este estudio evaluaron si los perros eran capaces de confundir a un competidor humano en una tarea de triple decisión, es decir, si eran capaces de desarrollar una estrategia intencionada de engaño.
Durante el entrenamiento previo al estudio, los perros se relacionaron tanto con su «propietario» (siempre de forma cooperativa), como con dos personas desconocidas, una de ellas actuando de forma cooperativa a través de la entrega de comida y la otra actuando competitivamente a través del hecho de mantener dicha comida para él mismo y no compartirla.
Posteriomente, durante el test el perro tuvo la opción de guiar a cada una de estas personas a una de las siguientes 3 localizaciones:
1) localización con una caja que contenía su comida favorita;
2) localización con una caja con comida interesante para el perro pero no favorita;
3) localización con una caja completamente vacía.
Después de haber guiado a cualquiera de las dos personas desconocidas, el perro siempre tenía la posibilidad de guíar a su «propietario» (relación cooperativa) a cualquiera de las localizaciones.
De este modo, el perro podría obtener un beneficio directo de confundir a la persona competitiva, ya que tendría entonces otra oportunidad de recibir su comida favorita del «propietario».
Durante el primer día del test, los perros condujeron a la personas cooperativas a la caja con comida preferida más frecuentemente de lo esperado por azar y más frecuentemente que a la persona competitiva. En el segundo día del test, incluso guiaron a la persona competitiva menos frecuentemente a la comida preferida de lo esperado por azar y más frecuentemente a la caja vacía que a la pareja cooperativa.
Estos resultados mostraron que los perros distinguen entre individuos cooperativos e individuos competitivos, e indican la flexibilidad de los perros para ajustar su comportamiento, así como la capacidad canina para usar determinadas estrategias de engaño de un modo intencionado.
Véase: Manser, M., D. Turner & M. T. E. Heberlein (2017). «Deceptive-like behaviour in dogs (Canis familiaris).» Animal Cognition 20(3): 511-520.
¿Cómo puedes aplicar esto en tu día a día? Los animales sociales han evolucionado a lo largo de miles de años para desarrollar grupos sociales, con una estructura y dinámica concretas, donde la comunicación y la cooperación son elementos esenciales para el bienestar del grupo y, con ello, el bienestar del individuo. Sin embargo, esta visión no está reñida con el hecho de que estos animales sociales no puedan e incluso no deban desarrollar mecanismos y estrategias de engaño a otros individuos, tanto para su misma especie como para otras. Engañar o confundir parece algo humano, pero desde el punto de vista de la supervivencia es una ventaja adaptativa en la naturaleza. Quizás la diferencia radica en que este engaño no es malintencionado, por más que suponga un perjuicio para el individuo engañado. De eso las personas tenemos mucho que aprender de los perros, porque ellos pueden engañar o tener conflictos con otros perros, pero eso no tiene por qué implicar dejar de relacionarse e incluso pertenecer al mismo grupo social. No siempre. Ese rencor que nos reconcome puede que sea algo más humano. Por supuesto que los perros sienten emociones negativas como la envidia, pero en mi opinión desde un punto de vista más sano que lo hacemos las personas. Estudios como éste deberían ayudarnos a dejar de ver a los perros como "ángeles repletos de amor por todo y para todos". También buscan el beneficio egoísta del propio individuo, pero afortunadamente el mecanismo que la naturaleza les ha otorgado para alcanzarlo es buscar el beneficio social o grupal primero para poder alcanzar el individual después. UNA VEZ MAS, INCLUSO EN LA MENTIRA, LAS PERSONAS TENEMOS UNA GRAN LECCION QUE APRENDER DEL MODELO SOCIAL CANINO.
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Interesante 🙂
Como apuntas al comienzo del artículo, tendemos a pensar que los perros son animales totalmente transparentes y que el engaño es algo exclusivamente de los humanos. Pero eso no es cierto.
Desde hace ya bastantes años se ha venido diciendo que hay perros que han simulado cojeras con el objetivo de no trabajar. Por tanto se sabe desde hace tiempo que los animales pueden simular afecciones con el objetivo de evitar hacer algo. A favor de los perros hay que decir que es entendible, ya que se adiestraba mediante el uso de castigos desmesurados.
Los perros tienen más capacidades de las que conocemos en la actualidad. En los próximos años nos sorprenderán con lo que descubramos tanto a nivel social como cognitivo.
Muchas gracias a ti, David. Efectivamente, los perros son mucho más complejos de lo que tenemos tendencia a pensar. Además, comparten con nosotros muchas más emociones de las que creeemos. Por supuesto, las formas caninas de entender el mundo pueden ser diferentes a las de las personas. Muy de acuerdo en que la evolución del conocimiento en los próximos años va a constituirse como una herramienta fundamental para la educación canina. Gracias como siempre por ser tan participativo, un abrazo,
Sí, compartimos más emociones de las que pudiera parecer en un primer momento.
Nos leemos en próximos artículos 🙂
Un abrazo.
Excelente, David, ¡seguimos!