Escuchar a determinadas personas frases del tipo «parecía que estaba mejor, pero tiene otra vez una mala racha» o «sus problemas estaban solucionados, pero han vuelto de nuevo» es relativamente frecuente. Las personas que activamente (algunos quieren soluciones mágicas desde el sofá) han trabajado con su perro para solucionar determinados problemas de conducta no siempre consiguen los objetivos planteados. Además, de los que quedan gratamente satisfechos con el resultado a corto o medio plazo, muchos de ellos aparecen al tiempo con testimonios de ese mismo tipo, donde queda patente su frustración ante la reaparición de los viejos fantasmas.
«EL DIA DE LA MARMOTA CANINA:
¿POR QUÉ LOS PROBLEMAS DE MI PERRO HAN RESUCITADO?».
Nosotros tenemos algunas historias de este tipo. Por ejemplo, nuestro anciano Wily vino a casa hace casi 10 años con unas profundas fobias (inesperadas, nadie nos avisó) que se agravaron hasta tal punto que le indujeron a una situación de estrés crónico, donde la generalización de estímulos a los que tenía miedo fue ampliándose cada vez más: perros, vehículos, contenedores de la basura,…
Después de dejarnos la piel para solucionar los problemas mencionados, conseguimos que la mayoría de las situaciones fueran bastante cómodas para él, por lo que nuestro grado de satisfacción no podía ser más gratificante.
Vivimos unos años de plena felicidad, aunque también hemos de decir que siendo realistas y aceptándolo como es. Sin embargo, cuando nos cambiamos de domicilio, varios años después, desde el centro de Madrid a un pueblo bastante tranquilo, nos dimos cuenta que parte de dichos problemas reaparecieron. En muchas ocasiones, los problemas reaparecen mucho antes.
En este post vamos a tratar de contaros algunos de los factores que provocan que la reaparición de problemas conductuales teóricamente solventados pueda suceder.
Para saber por qué se produce este fenómeno, es fundamental adquirir un mínimo conocimiento del funcionamiento del cerebro de los perros y de los mecanismos de aprendizaje asociados.
Finalmente, superar problemas de conducta es tan «simple», o tan complejo, como reconfigurar dicho cerebro.
El cerebro de los perros, al igual que el de los seres humanos, está controlado por las neuronas, las cuales forman grupos de neuronas conectadas entre sí (a través de las «sinapsis») que se denominan redes neuronales. Existen una serie de redes neuronales que vienen preconfiguradas por defecto en el cerebro de cada perro al nacer, mientras que otras redes neuronales deben construirse con el tiempo a través del aprendizaje en las experiencias de la vida. Sorprendentemente, tanto unas como otras pueden llegar a desaparecer (las neuronas mueren) si ese individuo deja de emplearlas durante un tiempo suficientemente prolongado.
El problema de la mayoría de los perros con problemas de conducta radica en que su cerebro ha construido asociaciones enlazando estímulos o situaciones a priori «inofensivos» con redes neuronales responsables en la resolución de conflictos.
¿Cuál es el principal problema de la continuidad en el tiempo de los problemas de conducta en los perros?
Con el tiempo, las redes neuronales que dan respuesta a dicha situación usando la «conducta-problema» se van haciendo cada vez más recurrentes, de modo que las redes «del buen comportamiento» van siendo abandonadas y, transcurrido el suficiente tiempo, las neuronas mueren. Este proceso se conoce como «Darwinismo neuronal»: solo sobreviven las neuronas y redes neuronales más adaptadas, que serían aquellas que se usan de una manera más frecuente.
Aunque muchas de estas neuronas pueden permanecer mucho tiempo en el cerebro, tarde o temprano, si no se reactivan, y más aún si se suplen con otras rutas, terminarán muriendo.
La plasticidad del cerebro se mantiene parcialmente a lo largo de toda la vida, por lo que siempre podemos, claro, volver a crear dichas redes neuronales desde el principio, pero el trabajo es infinitamente más complicado y a veces imposible.
En la mayoría de las ocasiones, si no en todas, la realidad es que estos problemas de conducta nunca fueron realmente solucionados.
Generalmente, los tratamientos de modificación de conducta detienen (o incluso ocultan) los síntomas, pero en pocos casos se plantea la resolución de las «causas-origen».
Ponemos «tiritas» a la herida que supone el problema de conducta, pero éste acaba encontrando otra vía para expresarse hacia el exterior.
Salvando las evidentes diferencias, la resolución de los problemas de conducta de los perros podría asemejarse al tratamiento médico de algunas afecciones de salud. Cuando una persona sufre una determinada enfermedad, normalmente se aplican una serie de tratamientos para reducir los síntomas en un plazo corto o inmediato, para posteriormente diagnosticar otro tratamiento diferente para curar dicha enfermedad a largo plazo, de una forma permanente. Por ejemplo, si sufrimos un accidente y nos rompemos la clavícula, lo más frecuente es que nos apliquen una medicación para evitar el dolor, que es el síntoma, y a continuación procedan a realizar la correspondiente operación quirúrgica para sanar la clavícula, que es la causa del dolor.
Por ejemplo, hay perros cuya nula, escasa o inadecuada socialización con otros perros durante su infancia provoca el desarrollo de respuestas inadecuadas ante la presencia de perros desconocidos. Cuando este tipo de individuos ladra reactivamente a otros perros, generalmente detrás uno puede encontrar la emoción del miedo (salvo en los casos de condicionamientos residuales).
En dicha situación, ¿de qué sirve gritarle a nuestro perro para que no ladre? Inclusive aunque logremos que deje de hacerlo, podemos apostar a que su miedo, la emoción responsable de su comportamiento, no habrá desaparecido, y con frecuencia el resultado será que dicha conducta se verá incrementada como consecuencia del aprendizaje asociativo. Apliquemos los métodos de modificación de conducta que sean, tanto punitivos (que no compartimos) como positivos, sucede con frecuencia que, aunque podamos conseguir que ese perro aprenda a dejar de ladrar a otros perros, canalice la raíz del problema (miedo por falta de socialización) hacia otro problema diferente. Por ejemplo, el perro comenzará a tirar mucho de la correa para llegar antes a saludar a los perros, para solventar rápidamente la situación objeto del miedo; o tal vez entrar en un estado de indefensión en el cual el estado emocional general del perro será bastante negativo («la procesión se lleva por dentro»).
¿Cómo podemos entonces conseguir un cambio conductual definitivo o permanente en nuestros perros?
Debemos recurrir a revisar el estado emocional del perro y las vías de hacer cambiar al perro de la manera en la que se está sintiendo. Así, y solo así, el perro será capaz de desarrollarse plenamente para tener la fortaleza de mirar al problema de frente y plantarle cara.
La única manera eficaz, segura y permanente de garantizar que el problema de conducta está resuelto y no volverá a aparecer es trabajar directamente sobre el «problema-origen».
No obstante, inclusive los problemas de conducta aparentemente solucionados desde la raíz también pueden terminar reapareciendo en determinados casos, dado que las redes neuronales «defectuosas» aún no terminaron de desaparecer por completo.
¿Qué factores pueden desencadenar la reaparición de problemas de conducta resueltos en nuestro perro?
- Fase de senilidad.
Es frecuente que la edad resucite «viejos» problemas, como así no pasó con nuestro Wily, ahora de 16 años. Los perros ancianos sufren un notable deterioro de sus capacidades cognitivas lo cual, sumado al siguiente punto (problemas orgánicos) puede desembocar en la reaparición de antiguos problemas ya solucionados hacía mucho tiempo.
- Problemas orgánicos.
Determinadas afecciones de salud pueden causar también la reaparición (no hablemos ya por supuesto de la aparición) de los problemas de conducta. Los problemas orgánicos no siempre están vinculados a la edad pues muchos perros jóvenes pueden llegar a desarrollar patologías crónicas. Por ejemplo, se ha demostrado hoy en día que un porcentaje muy elevado de perros con problemas de conducta tienen la raíz de dicho comportamiento en dolores crónicos de espalda. En palabras del propio Anders Hallgren «Un perro que sufre dolor se vuelve hiperactivo, nervioso, a menudo agresivo, y en consecuencia es etiquetado como «perro problemático» (Problemas de espalda en los perros. Editorial KNS).
- Situaciones de estrés intenso.
En general, los planes de modificación de conducta pasan por, al menos en una etapa inicial, la realización de un plan de reducción de estrés, ya que este tipo de perros sufren estrés crónico como consecuencia de su complicado día a día (dependiendo, claro está, del tipo de problema y de la intensidad del mismo). Una vez solventado el problema de conducta, sin embargo, la aparición de una o varias situaciones de estrés muy intensas pueden «despertar» de nuevo el fantasma del problema.
- Fuerte componente genético.
Hay perros cuyo componente genético relacionado con el comportamiento es tan intenso, que durante toda su vida tendremos que estar «luchando» para evitar que los viejos fantasmas reaparezcan. Para estos perros, las redes neuronales genéticamente definidas, esas de las que ya disponía en su nacimiento, simplemente «pesan» demasiado.
- Balance habituación/sensibilización.
Determinados cambios en la vida del perro pueden provocar que redes neuronales en desuso vuelvan a reactivarse. Los problemas vinculados a estas redes simplemente nunca estuvieron solucionados de forma completa, de modo que han «convivido» en esa competencia neuronal darwiniana con las redes deseadas responsables de la resolución. Cuando estos perros pierden el contacto durante un tiempo con esas situaciones o estímulos que activaban el problema de conducta, la reaparición puede con frecuencia disparar el problema conjuntamente.
Finalmente, queremos traer un par de reflexiones de esperanza y optimismo. En ningún caso la reaparición de los problemas de conducta debería ser un factor de frustración. Nuestro perro nos está diciendo que aún algo no está bien, simplemente se trata de escucharlo. Caernos y levantarnos es una realidad con la que todos convivimos día a día, incluidos los seres humanos. Nos encanta esa frase que creemos tan cierta del personaje Rocky Balboa: «no importa cuantas veces te caigas, si no cuantas veces seas capaz de levantarte».
Al mismo tiempo, es muy importante conocer y ser conscientes del perro con el que convivimos, de cómo somos nosotros, dónde vivimos y cómo son los perros y las personas de dicha zona. Muchos de nosotros queremos que nuestros perros estén libres de estrés, de problemas, que puedan acompañarnos a todas partes… esa utopía de que sean aquello que siempre habíamos soñado que sería.
Sin embargo, es fundamental ser realista y entender y apoyar a nuestro perro tal y como es. ¿Te imaginas cómo se debe sentir un hijo cuyos padres rechazaron su apoyo por no ser como ellos deseaban?
Por otro lado, lo más recomendable a veces simplemente consiste en aceptar la realidad, lo cual suele ser uno de los pasos más importantes para evitar nuestra frustración y la que como consecuencia derivamos en nuestros perros.
No hay nada más doloroso para la autoestima que convivir con alguien que piensa que no estamos a la altura, ¿no crees? Apoya a tu perro y así él creerá en sí mismo, pero también en ti.
De esta manera, invertiremos menos tiempo en tratar de cambiar y más en disfrutar con nuestros perros, en ser y hacerlos más felices.
Soy de la opinión de que cuando un profesional adiestrador o educador canino te garantiza la resolución de los problemas de conducta debemos de desconfiar inmediatamente. Si, además, de esa promesa, nos asegura en cuantas sesiones de trabajo, créeme, sal corriendo, estás con la persona equivocada.
¿Tienes un perro cuyos problemas de conducta han resucitado? ¿Has tratado de resolver los problemas de conducta de tu perro y te has dado cuenta de que es mejor aceptar ciertas realidades? ¡Cuéntanoslo!
Si te ha gustado este artículo, y crees que con ello podemos aportar nuestro grano de arena para restaurar una parte de la felicidad de nuestros perros, por favor, compártelo.
Hola Jose, te comento mi caso, estoy preocupada porque tengo tres perros, uno de aguas de nueve años un mestizo de Border de un año y medio y otra mestiza de un año. Siempre han sido perros muy sociables y se han relaciona con perros en el parque sin problemas. Mi pareja tiene otro mestizo con muchos problemas de socialización y miedo a la calle tiene un año y medio más menos le tenemos casi un año y su mejoría ha sido muy lenta.
En este tiempo mis perros han empeorado su comportamiento, la peque empezó a marcar a cachorros nuevos y ahora ve a cualquier perro y lo ladra, con lo cual arrastra al resto, y si están juntos con el de mi pareja adoptan un comportamiento de manada horroroso ya desde la distancia el perro de mi pareja pasa de esquivar el problema a verse refugiado como los macarras por el grupo y reacionar ante un perro una persona… van superexcitados…y me angustio mucho, procuro darle distancia pero aún así lo van buscando y reaccionando cuando lo oyen y no saben ni a que están ladrando con lo cuál ladran a lo primero que ven. Así que ya no los suelto en el parque, solo en el parque para perros pero la pequeña no soporta ni eso. Estoy probando la educación en positivo, ir más tranquila, no dar importancia… pero se me hace que no consigo nada.
Hola, Marisa, muchas gracias por compartir tu caso. Dada su original naturaleza social, los perros suelen presentar una gran facilidad para constituirse en grupos sociales. La evolución los ha dotado de unos mecanismos de aprendizaje social muy potentes, y esto a veces nos beneficia, pero a veces también nos perjudica. Quizás en tu caso deberíais trabajar algunos de esos problemas por separado, intentando que unos no salgan perjudicados por los otros, de forma que todos tengan la mayor parte de sus necesidades básicas cubiertas, incluyendo estar sueltos y relacionarse con otros perros. Cuando se crea un grupo social con una dinámica más negativa que positiva, se hace muy complicado trabajar esos problemas a nivel de grupo, de forma que lo que debería ser una ventaja (el hecho de estar en grupo) se transforma finalmente en un problema. Otra opción es intentar vincular a vuestros perros a un grupo social aún más grande, y que el resto de perros «tamponen» sus problemas de comportamiento, pero esto no siempre es fácil de diseñar ni realista de llevar a cabo. Daros cuenta que tenéis un grupo de muchos adolescentes, que es ya de por sí una edad complicada para uno, con más si se junta con varios. Si necesitas algo más, por favor, no dudes en escribirnos a info@labrujulacanina.com y podemos ver qué opciones tenéis. Gracias de nuevo por confiar en nuestro trabajo, te mando un abrazo y mucho ánimo, Marisa,
Mi situación con mis 4 perros se escapa a mi análisis de la situación ya q tres de ellos tienen sus cosillas.Estoy trabajando con la última q llegó,una cruce de labrador de 8 años para ir incluyéndola en la manada….paseos,olfateo,trabajo individual.El problema es q se han enzarzado dos veces no seguidas,en la finca de casa,e lla y mi mastín de 2 años q es desconfiado y miedoso.Ella es reactiva pero cuando menos te lo esperas,puede estar muy bien con él pero las dos veces q le atacó fue muy rápido y brusco.La labradora se ceba mientras q el mastín sólo quiere evitar la situación aunq lógicamente se acaba defendiendo ante la insistencia de la perra.Mi preocupación es tanto la actitud abusiva de la labradora como el perjuicio en la conducta del mastín.Hoy es cuando se han enzarzado por segunda vez y creo q ha tenido q ver una parte con los premios y la repentina excitación de la labradora por querer el premio y acercarse el mastín,el premio era para ambos,en la calle no hubo problema con la misma situación.Aunq creo q hay más motivos a la reacción de la labradora q veo q no sabe gestionar una trifulca pq no sabe parar.Lo curioso es q con perros equilibrados lo lleva mucho mejor parece q respeta la comunicación.
Mi inquietud viene por saber q paso dar después de la trifulca ya q pasó en casa pq en la calle van bien.Algun consejo?Me frustra no tener una visión más clara de la situación de mis perros para poder trabajar adecuadamente ya q soy novata y se me escapan muchas cosas.Tengo miedo q se repita una tercera vez y q se complique todo más.Despues del incidente q debo hacer?
Muchas gracias por compartir tu caso, tan interesante, con nosotros, Cristina. Como bien sabrás, los labradores son muy insistentes con la comida, aunque ello no tiene que significar necesariamente un conflicto. Probablemente está demasiado excitada en esas situaciones, y eso es lo que desencadena el problema. Cuando estáis en la calle hay suficientes estímulos externos como para provocar una focalización excesiva. Aparte de que claramente debemos recomendarte no aportar más negatividad al asunto, es decir, que intentes no darle demasiada importancia, te recomendaríamos que revisarás la ansiedad de la labradora. Es normal que marque a un perro joven como el mastín, pero si se pasa en la enseñanza, entonces existe un problema. Más que trabajar esas situaciones concretas, te recomendaríamos revisar cuál es el estado general de ansiedad de ambos perros y si eres capaz de generar una relación positiva entre ellos, ya que muchas veces aunque riñan depende de que nosotros favorezcamos que puedan llevarse bien. Si tienes dudas más concretas, no es problema, escríbenos a info@labrujulacanina.com y vemos que podemos hacer por vosotros.
Hola, mi perra es un galgo con un pasado que desconozco, pero que imagino algo duro ya que cuando la «adoptamos» traía consigo algunos miedos que ciertamente han ido venciéndose, con el paso de los años, aunque nunca del todo. Pero que ciertamente hemos asumido tanto ella como nosotros y ya forman parte de su personalidad y hacen que sea como es.
Estos son terror a hombres con bastones, o en general desconfianza a personas que se acerquen, aunque como decimos estos miedos no parecen hacer de ella una perra infeliz.
Cuenta ya con 14 años, nos la tragimos ya con 6 y, aunque no era nuestro primer perro, sí era el primero con este tipo de características.
Pero los miedos, si es que eso son, que sí parecen hacer de ella una perra algo triste son más los que tienen relación con su autoestima.
Cierto es que su compañera humana, yo, tampoco posee una autoestima muy «desarrollada», por lo que a veces me angustia ser parte, sin duda, de sus problemas.
Un problema que por ejemplo tiene, aunque podemos vivir con él, es que hay una zona de la casa, el paso a una habitación, que la obliga a acercarse a un pequeño hueco de escalera, entra con mucho cuidado, si es que lo consigue, pero luego una vez dentro, si quiere salir puede pasar hasta media hora intentándolo, causándola mucho estrés.
Nuestra actitud, casi siempre, es ignorarla, aunque gimotee, hasta que consigue salir. Cuando lo consigue parece la perra más feliz del mundo, aunque quiere alejarse como sea de la zona en cuestión.
No es un problemón, evidentemente, pero vive una serie de situaciones de ese tipo que sí parecen limitar su felicidad.
Cada vez más, quizá por la edad ya, parece tener más miedos, por ejemplo terror a escurrirse en el suelo (cuando le pasa es un show, se pone a temblar con las uñas fuera, como un gato, incapaz de levantarse).
Paseamos habitualmente con otros perros que se enfrentan a situaciones sin pensarlo, cruzar un arroyo, meterse por un agujero…, pero ella va detrás hasta llegar a ese punto en el que se bloquea y ya no hay manera.
No nos importan esas situaciones, pero nos gustaría que fuera feliz, y a veces parece que no llega.
….Menudo rollete. Gracias y mucha suerte con el proyecto.
Feliz día.
Muchas gracias por compartir tu historia, Elena. Es muy grato que deposites sobre nosotros la confianza para compartirla. Nos sentimos muy identificados con vosotros, pues hemos tenido muchos perros que han llegado a la vejez. En nuestra opinión, es una etapa muy bonita que puede disfrutarse mucho si se empatiza con las necesidades del perro senior. Como las personas una vez que alcanzan cierta edad, este tipo de perros buscan generalmente estar tranquilos, disfrutar de las pequeñas cosas, y, sobre todo, compartir vuestro amor mutuo en paz. Por tus palabras, estamos seguros de que le das todo tu cariño, así que, a esa edad, ¿qué más puede pedir un abuelito? De cualquier manera, si crees que podemos ayudarte en algo, por favor, no dudes en escribirnos a la dirección info@labrujulacanina.com, estaremos encantados de poder servir de ayuda.