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La Brújula Canina

"El blog para orientar nuestro camino junto con los perros"

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«PERROS DE CIUDAD: ¿QUÉ LES QUEDA DE PERROS Y QUÉ PODEMOS HACER POR ELLOS?»

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Las ciudades son entornos que generan altos niveles de estrés, tanto en las personas como en los perros. Muchos perros acaban desarrollando problemas de conducta como consecuencia de la exposición a dicho estrés, algunos incluso caen en estados emocionales depresivos que nos hacen pensar que el perro es «muy tranquilo» o tiene «muy buen carácter». Esto no significa que tu perro no pueda ser más que feliz en una gran urbe, llena de recursos y posibilidades, pero tendrás que ceder en algunos aspectos si no quieres llegar a convivir con un perro infeliz. En este post te mostramos las claves para la NEGOCIACION CANINA DEL BIENESTAR con un perro urbano.

 

«PERROS DE CIUDAD: ¿QUÉ LES QUEDA DE PERROS Y QUÉ PODEMOS HACER POR ELLOS?»

 

El perro como animal doméstico: ¿qué le queda del antiguo perro?

 

La relación del ser humano con los perros se remonta, según estudios recientes, hasta hace más de 20.000 años. Desde entonces, los perros y los seres humanos deberían haber tenido tiempo más que suficiente de haberse acoplado a convivir conjuntamente con un equilibrio estable (coexistencia). Esto parece que en gran parte había sido así hasta hace relativamente poco tiempo. Con la llegada de la Revolución Industrial (a partir del siglo XVIII), aparte de comenzar a degradar mucho más significativamente nuestro planeta, iniciamos una dura etapa para nuestros mejores amigos. A raíz de entonces, el «progreso», en muchos casos necesario, y en otros convirtiéndose en «retroceso», ha ido lapidando el bienestar de los perros de una forma cada vez más retorcida.

 

La ciencia de la biología evolutiva nos habla de todo esto, y nos debería servir para entender que puede que no hayamos dado tiempo a los perros a adaptarse (geno y fenotípicamente) a la vida de la gran ciudad.

 

Todo lo que la capacidad de adaptación del perro corre para intentar alcanzar nuestra velocidad de cambio, claramente no está siendo suficiente.

 

La idea de que una persona incluya en su vida a un perro «doméstico», es decir, la idea de tener un perro como animal de compañía, debería partir de la base que para ese perro también tiene beneficios. Cualquier tipo de relación biológica (entre seres vivos), sea interespecífica (entre especies) o intraespecífica (dentro de la misma especie) debería regirse por las normas de la naturaleza. Perros y seres humanos decidieron convivir por un mutualismo, es decir, la obtención de un beneficio mutuo, pero ahora estamos de repente convirtiendo nuestra relación con ellos en una aberración del parasitismo, donde nosotros obtenemos todo el beneficio de dicha relación y los perros se quedan con la parte del perjuicio.

 

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Dicho todo esto, obviamente sobra decir que el perro ya no es un lobo, y en consecuencia, algo de capacidad de adaptación tuvo tiempo de desarrollar, así que un «perro urbano» debería ser una especie con tendencia a «naturalizarse», a integrarse en el nuevo orden organizativo de una madre naturaleza tan poco natural.

 

Nuestro esfuerzo como compañeros mutualistas es acompañarles para hacerles el camino de la adaptación más real, eficaz  y seguro.

 

 

El monstruo conductual de la urbe: estrés en los perros.

 

Si bien podrían haber sido los perros los que se acercaron a los seres humanos en un primer momento (evolutivamente hablando), hoy en día todos deberíamos tener claro que la ciudad es un entorno «a priori» hostil para ellos. Está más que demostrado que también para nosotros, las personas, lo es, cuanto más como no para ellos.

 

La ciudad moderna trae consigo una pesadilla para muchos perros: el estrés.

 

Tratando de desglosar cuáles creemos que son los principales focos de estrés canino en una ciudad, podríamos distinguir las siguientes 4 fuentes:

 

1) Sobre-estimulación sensorial.

 

Si lo pensamos dos veces, parece lógico terminar concluyendo que una ciudad debe de saturar brutalmente los sentidos de los perros (algo que también pasa con las personas, nuevamente). Más aún, cuando reflexionamos sobre la gran diferencia cognitiva entre perros y personas.

 

Por ejemplo, los perros huelen infinitamente mejor que nosotros, no me imagino cómo debe ser para sus órganos vomeronasales pasar cerca de una perfumería.

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2) Entorno antrópico.

 

Finalmente, la ciudad es un entorno creado por personas para personas (idílicamente) y me puedo imaginar lo extremadamente difícil, y a veces imposible, de entender que debe ser para algunos (o muchos) perros. Por ejemplo, la anulación de los protocolos de comunicación canina.

 

Siempre tengo en mente ese pobre perro «rural» que no entiende nada cuando una y otra vez pasan perros de frente sin presentarse, algo análogo a alguien que creció en un pueblo de los de antes y no concibe no saludar a alguien que se encuentra paseando, muchas veces aunque tenga algo de prisa.

 

3) Imposición de rutinas (privación de libertad de decisión).

 

La vida en la ciudad priva de manera absoluta a prácticamente todos los perros de la capacidad para tomar decisiones propias, muchas veces ni las más fundamentales, como cuando poder realizar sus necesidades más básicas.

 

Por ejemplo, pasar tantas y tantas horas encerrados en un piso (de por sí bastante «asépticos»), sin tener mucho que hacer, y que encima lo poco que podrías llegar a hacer está terminantemente prohibido, debe ser a largo plazo bastante frustrante.

 

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4) Velocidad e intensidad a la que suceden las cosas.

 

En una gran ciudad muchas cosas ocurren rápido e intensamente. Esta situación es muy difícil de asimilar para un perro, de modo que estoy convencido que muchos perros urbanos deciden no intentar entender lo que les pasa a su alrededor.

 

Los perros aprenden de una forma óptima de manera progresiva (como nosotros) y muchos de ellos, a pesar incluso de haber nacido y crecido en una urbe, seguro que se sienten una inundación sensorial (flooding) como consecuencia de la velocidad e intensidad con la que las cosas que «viven» en esa ciudad se les han presentado.

 

Las tres grandes máscaras de los problemas conductuales urbanos

 

Aunque obviamente las causas u orígenes de los problemas de conducta de un perro urbano pueden ser muy diversas, en mi opinión, en líneas generales éstas se van a manifestar en forma de tres grandes máscaras diferentes:

 

1) El irascible que irradia reactividad.

 

Se trata de perros cuya respuesta al estrés de la ciudad se acaba manifestando en forma de irascibilidad. Son perros que responden a muchas situaciones (a veces solo a unas pocas) con ira, nerviosismo, reactividad.

 

2) El miedo vive en cada esquina.

 

Perros cuya vida diaria está fundamentalmente basada en el miedo a todo aquello que le puede surgir en cada esquina de cada calle, tras cada contenedor, o a partir de la sombre creada bajo cada farola. Estos perros quieren huir «a toda costa», huir de muchas de las cosas que se encuentran en su paseo diario.

 

No entienden cómo funciona aquello que los rodea y piensan que está ahí para dañarlos.

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3) El fantasma de la depresión: mi perro es muy bueno… hasta que un día fue libre.

 

Hay perros urbanos (también rurales, claro está) que viven en una constante depresión, que han arrojado sus esperanzas al abismo y que no tienen ninguna inquietud porque su vida incluya la más mínima luz de felicidad.

 

Estos perros muchas veces son descritos por sus familias como «muy buenos», y esas familias no entienden que su perro era una olla a presión que un día no pudo más y reventó.

 

Y en mi opinión, estos a veces son incluso los más afortunados, porque muchos de estos perros que viven en una situación de indefensión se acaban muriendo así, indefensos emocionalmente, sin ganas de vivir.

 

 

La gran solución para los perros de ciudad: negociación canina. Ni para ti-perro ni para mí-humano.

 

Hace algún tiempo que venimos hablando que con nuestros perros es posible «negociar». Hemos dejado de creer hace mucho tiempo en el convencional paradigma de la educación canina que establecía que un único «error» en un proceso de aprendizaje supone una ruptura o retroceso del mismo de una manera global.

 

Tu perro es capaz de diferenciar entornos, situaciones, y saber que en un caso se puede hacer algo y en otro no.

 

perros_ciudad_9De igual modo, con los perros de ciudad debemos aprender a negociar el bienestar. Si a tu perro, que vive en el centro de una gran ciudad, le pones una correa (para evitar que lo atropellen), le gritas si ladra (para que no moleste), le riñes coge comida del suelo (para que no se envenene o no se acostumbre), y sigues aumentando esta lista hasta el infinito, el estado emocional de tu perro llegará un día empiece a carbonizarse.

Negociar el bienestar con tu perro de ciudad implica que tienes FORZOSAMENTE que ceder en algo. Ese «algo» depende de una gran multitud de factores, y por supuesto es absolutamente individualizado para vuestro caso, pero debes descubrir de donde puedes tirar de la manta.

 

¿Qué factores debemos considerar en la «negociación canina del bienestar» del perro de ciudad?

 

  1. TIEMPO DE PASEO.perros_ciudad_7

El paseo por determinadas zonas de la ciudad puede ser muy intenso para algunos perros. El argumento de dar un paseo largo (para cansarles) es válido si tu perro no acaba más excitado al terminar el paseo que al principio.

 

  1. LUGAR DE PASEO.

Tu perro no ha elegido donde vives (tal vez tú tampoco, también es cierto) por lo que deberías entender que es posible que esa zona no le guste o le suponga un problema. Ten una postura abierta y flexible, escuchar su opinión en este aspecto es muy importante.

 

  1. FORMA DE PASEO.

Pasear con tu perro para eliminar su estrés derivado de la ciudad a una velocidad que le impide oler o relacionarse con otros perros (por decir dos errores comunes) carece de sentido para tu perro y, además, lo único que hará será añadir más y más estrés. La forma en la que paseas con tu perro marca de una forma vital el nivel de estrés que tu perro es capaz de gestionar.

  1. TIEMPO SOLO EN CASA.

Obviamente no vas a dejar de hacer ciertas actividades por estar con tu perro, como por ejemplo ir a trabajar (ojo, que algunos sí lo hacen, o trabajan en algo donde su perro pueda estar presente o cerca), pero debes ser consciente de que inevitablemente el perro es un animal social y no está «preparado» para permanecer solo durante prácticamente todo el día y verte para cenar y dormir. Trata de pasar tiempo con tu perro, no es un objeto vivo que sólo necesita hacer pis y caca en la calle (que, de hecho, algunos salen únicamente para eso porque nos molesta a nosotros que lo hagan en nuestra vivienda, que si no algunos ni saldrían…).

 

  1. TIEMPO EN CORREA Y TIEMPO SUELTO.

Es evidente que son muchos los perros que necesitan llevar una correa en muchas de las situaciones cotidianas de la ciudad porque no son capaces de gestionarlas (o han perdido dicha capacidad de gestión). Hasta ahí podemos estar de acuerdo. Pero si tu perro nunca, en ninguna situación, siente el placer de ser libre, ambos tenéis un problema: tu perro de privación de libertad y tú de ausencia completa de confianza en él. Busca dónde y cuándo puedes soltarlo, pero hazlo, o te arrepentirás algún día.

 

  1. CONDUCTA SOCIAL.

Las ciudades tienen un claro problema de sobrepoblación: hay muchos «seres vivos» (en realidad, mucho de casi todo) en poco espacio físico. La excesiva densidad poblacional genera muchos problemas en las relaciones entre seres vivos, lo cual aplica a personas y también a perros. Es fundamental que te metas en la cabeza que tu perro no se tiene porqué llevar bien con los 10.000 perros empadronados en tu municipio, pero también es esencial que entiendas que al menos se debe socializar bien con unos cuantos, de vez en cuando.

 

  1. CONDUCTA EXPLORATORIA.

Dejar oler a tu perro, permitirle aportar ideas sobre la dirección y velocidad del paseo, etc… son aspectos fundamentales para evitar la frustración que la urbe puede generar en un perro derivada de la falta de capacidad para entender su entorno. Déjale decidir algo, de vez en cuando, cuanto con mayor frecuencia, mucho mejor para ambos.

 

  1. COMIDA: CANTIDAD, CALIDAD, FUENTES.

Si tu perro come durante 15 años las mismas «croquetas», dos veces al día, con cantidad controlada por un vaso medidor independientemente de cómo haya sido su día, y tú piensas que puede ser feliz así, creo que necesitamos hablar. Comer bien, tanto en cantidad como en calidad, y comer suficientemente diverso, es algo esencial para la felicidad de la mayoría de los seres vivos. Tal vez no tienes demasiado tiempo para preparar comida para tu perro, eso puedo entenderlo. Pero no te excuses en la comodidad para justificar algo tan claramente incoherente si lo piensas dos veces.

 

  1. DESCANSO.

No se descansa igual en la ciudad que en el campo, esto lo dice casi la mayoría de las personas (menos a las que le da miedo el campo…). Trata de buscar unas condiciones adecuadas para que tu perro pueda descansar correctamente, es la única manera de regenerarse del estrés del día. Por ejemplo, si vives en un bloque de pisos de 10 plantas y cada vez que pasa una persona por el ascensor o la escalera del edificio tu perro se despierta, ladra y es incapaz de parar durante un largo rato, el beneficio del descanso no existe.

 

  1. ASPECTOS REPRODUCTIVOS.

No es nada natural la densidad de hembras en celo y machos enteros que se pueden dar en un barrio cualquiera de una gran ciudad. Tal vez tu perro macho o hembra necesitan salir fuera a pasear durante algunos días para evitar añadir más y más estrés a la situación. La esterilización puede solucionar este «problema» (no siempre), pero conlleva otros problemas conductuales colaterales, como el desarrollo de miedos.

 

  1. SALUD.

La ciudad puede ser muy desgastante física y emocionalmente para un perro, a la par que muestra generalmente mayor cantidad de situaciones de riesgo, por lo que es importante que tu perro siempre esté revisado por un veterinario de confianza.

 

Finalmente, algo que está por encima de todos los consejos, es lo siguiente: Negocia con TU PROPIO BIENESTAR. Si quieres ayudar a tu perro, lo primero que tienes que hacer es negociar tu bienestar contigo mismo.

 

Con todo esto, ¿puede un perro ser plenamente feliz en una ciudad?

 

La respuesta claramente es SÍ. Un SÍ con mayúsculas. Un perro urbano puede ser tan feliz o más que un perro que viva en un entorno rural. La ciudad también tiene muchos recursos positivos y potencialidades, pero debes saber usarlos correctamente y facilitar que tu perro asimismo lo haga.

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Este artículo está escrito por y para todos aquellos perros que viven en ciudades relativamente grandes que sufren cada día niveles de estrés tan elevados que se han cronificado y terminan en una ausencia casi completa de bienestar canino. A estos perros son los que queremos dedicar este artículo, para tratar de aportar nuestro grano de arena en el camino hacia su mejoría. Sin embargo, somos conscientes de que hay muchos perros de ciudad que son plenamente felices.

 

 

¿Vives en una ciudad y convives con un perro que es feliz? ¿Crees que tu perro urbano muestra estrés derivado de la sobre-estimulación? ¿Has probado algo para mejorar su estado emocional general y por tanto su comportamiento? Estamos deseando escuchar tu historia, ¡Cuéntanosla!

 

Si te ha gustado este artículo, y crees que con ello podemos aportar nuestro grano de arena para restaurar una parte de la felicidad de nuestros perros, por favor, compártelo. 

Archivado en: Nuestras reflexiones Etiquetado como: comportamiento, emociones, estrés, felicidad, miedo, perros, personas, problemas de conducta

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Comments

  1. Amarna dice

    28 noviembre, 2016 al 4:57 pm

    Tras la lectura es inevitable pensar en mí caso personal. Pero también me he sentido identificada al pensar en las adopciones de perros, por eso me parece un contenido excelente para transmitir al colectivo entre el que a veces me muevo.
    Es muy acertado antes de incorporar un perrito a nuestras vidas entrar entras valorar un «poco» los aspectos que mencionas. Me explico, conozco demasiados casos de perros con problemas que acaban en entornos que no hacen sino dificultar la situación y recuperación del perro. Lamentablemente muchos de esos perros vuelven a los refugios devueltos por sus frustrados adoptantes antes de dar tiempo a que el perro pueda adaptarse. En muchos casos no habrá paciencia para afrontar el duro día a día de un perrito reactivo por ejemplo.
    Hay personas que no disfrutamos de las grandes ciudades, por supuesto con más amplia oferta en todos los aspectos y que pisamos gustosos muy de vez en cuando. Creo que hay perros que las ciudades les superan. E incluso las ciudades más tranquilas…
    Si, a pesar de vivir en un pueblo me veo con los inconvenientes que mencionas, a un nivel menor pero igualmente invasivo para 2 perras que antes disfrutaban de la libertad del campo (la cara B no viene al caso).
    El trafico, los sonidos de la calle, los vecinos, las fiestas del barrio, la poca tolerancia hacia los perros de gran parte de las personas y el poco respeto hacia los perros (me refiero tanto a modos inadecuados de relación como a no tolerar que haya perros, cierto que aquí muchos propietarios irresponsables se lo han ganado a pulso) se mezclan con la cercanía a una autovía, la vía del tren, la caza menor y un sinfin de circunstancias que nos impiden que nuestras perras sean perras y hagan cosas de perros.
    Como menciona Noe, nos curramos más por donde pasear, como hacerl o buscando que aunque sea con correa de por medio la pontier cace aunque sea un pobre ratoncillo despistado, y ambas se turnen para hacer un hoyo buscando mas.
    A riesgo que muchas de las personas que gestionan adopciones opinen lo contrario, creo que incorporar cualquier perrito en cualquier entorno y en cualquier familia no es una buena idea. Hablo de lo que yo conozco en mi zona, damos un hogar, si, pero a veces… Pienso sí no nos equivocamos y hacemos al perro más infeliz privandole hasta tal punto su libertad.
    Una idea que nos benefició a todos fue quitar el timbre de la puerta?
    Te agradezco mucho los contenidos del Blog y muy especialmente tus comentarios a los nuestros.
    Es muy enriquecedor.

    Responder
    • admin dice

      28 noviembre, 2016 al 7:23 pm

      Muchas gracias por tu comentario, Amarna. Es un placer todo el tiempo que nos has dedicado para realizar esta reflexión. Efectivamente, no todos los perros pueden llegar a ser felices en una ciudad. La decisión de incluir un perro en nuestras vidas debería ser una decisión responsable, y eso lógicamente implica que deberíamos de considerar también al propio perro. Muchos perros son incapaces de mostrar su comportamiento «normal» en determinados entornos y circunstancias, y eso es necesario que aprendamos a respetarlo. Por supuesto, la vida hoy en día es estresante incluso en muchos pueblos, la «mano del ser humano» está en todas partes, y en muchos casos no es para bien. La clave es lo que hemos llamado nosotros la «negociación canina», es fundamental que las personas cedan para poder hacer felices a sus perros (e igualmente, los perros también deben hacerlo). No siempre podemos tener lo que queremos, pero siempre podemos disfrutar de lo que tenemos. Las gracias debemos dártelas desde La Brújula Canina por tu permanente apoyo. Un abrazo,

      Responder
  2. Soledad dice

    15 noviembre, 2016 al 12:32 am

    Hola mencionas en el ítem:

    «ASPECTOS REPRODUCTIVOS.
    La esterilización puede solucionar este “problema” (no siempre), pero conlleva otros problemas conductuales colaterales, como el desarrollo de miedos»

    Respecto al último enunciado, me gustaría conocer las razones o fuentes de lo que expones. Si bien es verdad que podría aumentar el miedo en machos y hay estudios de reactividad en hembras, sería bueno quizás agregar una cita o el estudio, ya que se puede generalizar que todas las esterilizaciones en todos los perros pueden traer como consecuencia miedo, y no es así afortunadamente.

    Por lo demás todo está muy bien. Lo comparto.

    Saludos!

    Responder
    • admin dice

      15 noviembre, 2016 al 10:02 am

      Hola, Soledad. Gracias por tu acertado comentario. Efectivamente, también creemos que no todas las esterilizaciones llevan al desarrollo de miedo, quizás lo más difícil es saber precisamente eso, cómo le irá a cada perro una intervención dicho tipo a nivel conductual. En referencia a la citación, podemos aportar esta, por ejemplo: http://labrujulacanina.com/comportamiento-perros-machos-esterilizacion/, aunque en la base de datos tenemos bastantes más, que iremos publicando. Muchas gracias por apoyarnos, es un placer que personas como tú que conocen bien a los perros usen parte de su tiempo en seguirnos. Un abrazo, Soledad,

      Responder
  3. noe dice

    14 noviembre, 2016 al 4:42 pm

    Hola Jose! Me ha encantado este post! yo convivo con dos perros en una ciudad relativamente grande. Para ayudarles a ser felices, salimos varias veces al dia, con salidas diferentes:
    1- salida al parque/actividad: salimos al parque, hay un tiempo en el que estan sueltos (pero en lugar seguro), olisquean y jugamos con el mordedor, pelota, autocontrol, olfato… y también se encuentran con algunos perros.
    2- salidas de recados/ hacer necesidades (2)
    3- Salida de paseo tranquilo. Ellos marcan a donde vamos, con correa larga. Olisqueamos todo lo que se nos cruza.
    también hacemos ejercicios de olfato en casa y entrenamos habilidades.

    Responder
    • admin dice

      14 noviembre, 2016 al 5:20 pm

      Muchas gracias por tu comentario, noe. Es un placer poder leer a personas que saben bien lo que hacen, como es evidente que es tu caso. Te damos la enhorabuena por tu implicación, la realidad es que los perros necesitan personas así. Estoy seguro de que ellos te responden felizmente también por tu buen trabajo. Las ciudades traen muchas cosas buenas también si se saben aprovechar, incluso para los perros. Nosotros vivimos en el campo y a veces echamos de menos, desde el punto de vista de nuestros perros, algunos de los recursos urbanos. Gracias de nuevo, noe, y felicitarte una vez más,

      Responder

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